Lo que no se ve

Poca gente es consciente de todas las dificultades y penurias que hay que pasar en el mundo amateur para subirte a un escenario y dar un concierto. Cuando uno las analiza, muchas veces se plantea si realmente merece la pena el esfuerzo. Por ahora, la respuesta es SI. En caso contrario no estaríamos aquí. Os voy a contar un poco como sucede todo:

Para empezar hay que estudiar y ensayar. No sabéis la de horas de esfuerzo que se pueden requerir para hacer bien un pasaje musical de apenas unos segundos. Lo de estudiar se puede hacer en casa. La tecnología ha logrado que podamos hacerlo sin molestar a los vecinos. Salvo lo de cantar. Para evitarlo yo ensayo mis voces en el coche, mientras voy y vengo a trabajar. El primer problema importante aparece cuando se busca un sitio donde ensayar. Salvo que tengas una casita en medio del campo, no queda otra opción que alquilar un local de ensayo. Puedes hacerlo por horas (entre 10 y 15 euros la hora) o puedes tener tu propio local. Es como tener un pisito alquilado por el que pagas en Madrid cantidades casi exorbitantes. En nuestro caso, 440 euros por unos 10 m2. Eso sí, tiene “trastero” donde guardar los infinitos cachivaches que llegamos a juntar y disponibilidad las 24 horas del día. No todos los locales de Madrid tiene este horario.

Cuando llega el día del concierto, hay que cargar mas o menos equipo dependiendo de las condiciones del local donde vayamos a tocar. No pocas veces tenemos que cargar todo el equipo. Lo ideal sería tener una furgoneta. Para que os hagáis una idea, llenamos 3 coches de tamaño medio dejando sitio para solo 2 ocupantes en cada coche. Una vez nos dejaron una monovolumen y metimos todo el equipo, pero solo podíamos viajar 2 personas.

Una vez llegados al local en cuestión, toca descargar y montar. Ya lo tenemos bastante organizado y lo hacemos en poco más de una hora. Después toca probar sonido. Este es un momento muy importante, pues de el depende como vaya a sonar el concierto. Lo ideal sería tener un  técnico que nos ayudara, pero no es el caso. Con un poco de intuición, con la sabia dedicación de Pedro y con la concentrada colaboración de todos, logramos hacerlo en 20 minutillos.

Una vez todo preparado, toca esperar que llegue la hora de empezar. Un auténtico suplicio. Pues desde que montas hasta que tocas, pueden transcurrir 2-3 horas a veces. Las empleas en cenar, tomarte una cerveza, dar una vuelta o lo que se te ocurra.

Por fin llega el concierto. Cada vez lo disfrutamos más. A veces es difícil terminar. La gente pide mas y mas… (ejem, bueno, no siempre…).

Y cuando acabas, llega lo peor. Desmonta todo el maremagnum de cables que previamente has montado (odio los cables). Recoge cada cosa en su sitio. Acerca los coches a la puerta del local. Carga los coches pasando con bultos a través de una multitud con unas cuantas copas en el cuerpo que, a veces, ni se apartan para dejarte pasar. Una vez terminado todo esto, uno de nosotros se pasa a cobrar. Prefiero no hablar de las cifras irrisorias que hemos llegado a cobrar. Let it be.

Y no acaba aquí la cosa. Vete al local, descarga todo el equipo, súbelo al “trastero” y déjalo medio colocado para ensayar el próximo día. Y ya son las 3 de la mañana

Pero que nadie nos quite la ilusión, que el próximo viernes tenemos concierto y estrenaremos un nuevo tema que os va a dejar boquiabiertos.

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3 respuestas a Lo que no se ve

  1. Jose dijo:

    Ni más ni menos… es así, así que gracias, gracias por el esfuerzo y más a ciertas edades XDDDD

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